jueves, 24 de marzo de 2016

40 años

Yo iba a escribir algo con respecto a esta fecha, la importancia que tiene para mí desde hace justamente esa cantidad de años, pero leí algo que escribió Élida "la Negra" Deheza en su página de facebook, y sin duda alguna está mucho mejor escrito que lo que yo podría haber hecho y aparte para mí siempre fue un ejemplo de cordura, en lo político y en lo sindical, desde que la conozco hace muchos años en Río Grande.
La Negra, estuvo detenida durante la Dictadura y escribió ni más ni menos que lo que sigue a continuación:

30.000 compañeros desaparecidos PRESENTES...
Pasaron cuarenta años y nosotros no somos los mismos, la Argentina tampoco…Nosotros, porque estamos más viejos, entrelazando nuestra experiencia con los más jóvenes, aprendiendo…la Argentina, porque los juicios por la memoria, la verdad y la justicia sentaron las bases éticas desde donde parir la democracia. Ningún crimen ha de quedar impune. Ninguna nación es tal si se sostiene sobre la impunidad.
Cuarenta años del golpe cívico militar y pegadito a la fecha este golpe feroz del liberalismo que nuevamente pone sus garras en nuestro suelo. Cuarenta años del terrorismo de estado, de la imposición de una nueva estructura económica y social que solo fue posible de la mano de la represión ilegal y en la clandestinidad…. y aunque sus ejecutores ya no detenten el poder, los grupos económicos, que se beneficiaron con el golpe cívico militar, los han sobrevivido. Nunca fueron condenados y ahora han puestos a los suyos a rediseñar el país.
Desde el 24 de marzo de 1976 que lo planifican. Tuvieron su avance en los noventa y su retroceso allá por el 2003; y cuando todo hacía pensar que estos 40 años nos encontrarían en el sendero gastado de tanto caminar reclamando más verdad y justicia, tenemos a estos buenos empresarios en el gobierno nacional, al servicio de intereses que nada tienen que ver con el pueblo. Vienen a destruir lo mucho que se ha construido hasta acá, a demoler cada ladrillo de memoria que levantamos. Son tan perversos que hasta llevaron al presidente norteamericano al parque de la memoria...
Cuarenta años no es nada en la vida de una nación pero es demasiado para alcanzar toda la justicia que buscamos. La vida no perdona, es finita.... y a este presente que nos duele, nosotros, los sobrevivientes de la dictadura, le sumamos otro dolor intenso que atraviesa todo el cuerpo y el alma, que alimenta las ausencias por los que no están. Son 30.000 desaparecidos y los que murieron resistiendo.
Duele todo el año, toda la vida.
Los dolores de nuestras ausencias se curan con justicia y la justicia son los juicios en los que buscamos la condena de los genocidas y también, la justicia que viene de la mano del Equipo Argentino de Antropología Forense, cuando identifican los restos de nuestros compañeros/as y nos devuelven su historia.
En ambos casos el estado está involucrado de manera directa: apoyando al Equipo Argentino de Antropología Forense y acompañando activamente para que los juicios por la verdad se concreten, sacándole la “pereza judicial” con la que algunos jueces disimulan que trabajan para el olvido, porque de la tan mentada inamovilidad de los jueces, heredamos también jueces de la dictadura y lamentablemente hoy, estamos frente a un estado que no ha de hacer ningún esfuerzo para que la justicia le llegue a los responsables de las desapariciones, las muertes, las torturas, las violaciones, el robo de bebes…
Pero con la historia no se puede hacer borrón y cuenta nueva.
Se la puede tergiversar, ocultar, manipular, se puede mentir sobre la historia, hasta ese momento en que la luz de la verdad brilla en todo su esplendor y otras, como ahora en que andaremos con la verdad como un fueguito encendido, como enseñaron los nativos acá en la isla.
Cuarenta años para celebrar que somos muchos los que sostenemos la memoria, la verdad y la justicia y aunque parezca que no alcanza, nos sobra convicción para pelearle a los destructores de la vida la certeza de que no podrán hacer borrón y cuenta nueva con la historia, porque vivimos en un país donde el pasado no es pasado. Ese ayer de espanto que fue la dictadura se hace presente en cada juicio, en cada palabra.
Cuarenta años en los que tropezamos muchas veces con los que se lamentan de habernos dejado vivos, cuarenta años de profunda desesperanza con las leyes que imponían el olvido. Cuarenta años en los que también tuvimos el acompañamiento del estado con el gobierno de Néstor Kirchner primero y de Cristina después. Un tiempo en que los derechos humanos fueron política de estado y en el que nosotros celebramos, porque fueron años en los que avanzaron los juicios, aun en los juzgados con “pereza”, porque las madres de la plaza y las abuelas fueron tratadas con el respeto que se merecen, por su lucha y por su dolor; las escuelas, las universidades, el barrio, un lugar para pensar la historia y a los militantes. Un estado presente, no para nosotros/as sino para la memoria colectiva, base necesaria para pensar la democracia.
Nosotros, los que sobrevivimos, tenemos un mandato imperativo de los compañeros/as que no están de que los recordemos en sus luchas. Tengo el inmenso honor de haber sido protagonista de un tiempo de profundo compromiso, una historia que me precede y la que inevitablemente me ha hecho la persona que soy y en estos cuarenta años quiero recordar a los compañeros/as, con los que militamos juntos y a los que no conocí. Cuarenta años para recordar a las compañeras de Villa Devoto; demasiados años en la cárcel, tantos como los afectos que heredé. Nunca pudieron robarnos la alegría y eso que no escatimaron esfuerzos y no pudieron, porque siempre nos pensamos con el otro.
Habrá que amucharse, pensarse con el otro, porque viene un tiempo difícil, hay que cuidarse y cuidar a nuestros pibes…
Hoy como nunca la historia, nuestra historia, debe ser un hilo conductor entre generaciones. Nunca más la dictadura, pero también nunca más la exclusión social, nunca más quedarse sin trabajo, sin esperanza. Nunca más la desmemoria sobre nuestra historia. Claro que no es pasado aunque a algunos les moleste.
Llevamos cuarenta años disputándole la memoria, la verdad y la justicia a los mismos que hoy gobiernan la argentina. Esta democracia que supimos conseguir con la sangre de nuestros compañeros/as abonando la tierra, es el resultado de la lucha de esos intereses. Unos para sepultar la historia, convertirla en recuerdo doloroso y resignada clausura del pasado. Nosotros, empecinados en lograr la justicia y recuperando la memoria para las nuevas generaciones.
Nosotros, los que fuimos la maravillosa Juventud Peronista, somos hijos del luche y vuelve que fueron los 18 años de proscripción del peronismo, del Cordobazo, del rosariazo y nuestros jóvenes de hoy, son hijos de nuestra historia, de la resistencia de las madres, las abuelas, de nuestros familiares, de los organismos de derechos humanos y las organizaciones sociales que se comprometieron en la lucha contra el olvido.
Esa lucha, que muchas veces fue desigual, supo constituir agenda en la sociedad. Constituyo la agenda social para derogar las leyes de impunidad y los indultos, abrir los juicios, recuperar nietos/as.
La memoria no es neutral.
Cuando la memoria se hace palabra nos paramos enfrente de los que promulgan la exclusión y legitiman la violencia contra el pueblo. Justo enfrente de los manipuladores de la historia, de los que pretenden narrar la dictadura cívico militar “desde la violencia institucional y política” (textual Macri). No es casual, esa frase deja afuera el terrorismo de estado y en consecuencia, la complicidad civil en la dictadura, estamos enfrente de los que buscan que nuestros desaparecidos no tengan historia. Estamos enfrente de los que llegaron para frenar los juicios…
Nosotros nos paramos en esta calle ancha, donde el viento hace ondear las banderas con los nombres de nuestros compañeros/as, esta calle plena de luchas, de resistencia, de dolores, de primaveras, de certezas, de grasa militante....donde la memoria está impregnada de política, de haceres colectivos, de ideas, de pueblo que reclama sus derechos, de colectivos populares. Esta calle que alberga contradicciones y autocriticas, debates y realizaciones, que habla del país que queremos , de nuestros sueños; y camina al encuentro de los sueños que soñaron antes para encontrar ese hilo conductor que nace de la lucha histórica del pueblo....porque la memoria lleva implícito el compromiso.
En esta calle ancha nos negamos al olvido.
A 40 años de la dictadura cívico militar, me permito la añoranza, recordar a mis compañeros y compañeras desaparecidos, a nuestros muertos, extrañarlos, recordarlos y recordarme en los días gloriosos, en la risa, en el trabajo en el barrio, en las guitarreadas, en los amores....Me refugio en el abrazo a la distancia con mis compañeros/as de entonces, con las que estuvimos presas en Devoto, con mis compañeros/as de militancia de este presente, con amigos/as queridos, en mi familia, en los H.I.J.O.S, en Lucia.... Levanto nuestras banderas orgullosamente, con los nombres de todos, con sus historias de vida.
No les regalo ni un poquito de mis convicciones.
Ni la alegría.
No hay olvido ni perdón para los ejecutores de la vida en el pasado dolorido de la argentina ni para los que pisotean el presente.
No vamos a bajar los brazos.
No vamos a ocupar las sillas para sentarnos a descansar. Hasta que el último genocida reciba su condena. Hasta que haya justicia por Julio López, por Silvia Suppo, hasta que encontremos los nietos que nos faltan, hasta que encontremos a todos nuestros desaparecidos y crezcan las flores en sus tumbas…
Más tarde o más temprano, el pueblo reclamará lo que le es propio, porque como bien cantan los pibes, a pesar de la bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos, no nos han vencido…..